(Mamá de 1 + 2 mellizos prematuros)
Es
una historia preciosa que me parece esencial para ayudar a cualquier
futura mamá, tanto de un sólo bebe como de mellizos ya que, en primer
lugar, nos cuenta su experiencia como madre de un bebe con un parto
respetado y con una lactancia que en todo momento respetó su ritmo
natural hasta que la pequeña estuvo preparada para enfrentarse al mundo
sin su teti.
En
segundo lugar nos habla de su experiencia como madre de mellizos
prematuros, una vez más se trata de una historia de superación en un
camino lleno de complicaciones que poco a poco pudo ir superando con
muchísima paciencia y cariño, la crianza con apego y el colecho le
permitieron hacer las cosas de la forma más sencilla posible y el amor
incondicional hacia sus hijos hizo el resto, realmente es la historia de
una luchadora que ha logrado superar todos los obstaculos que la
maternidad le ha brindado pero tambien le ha fortalecido como persona
¡Eres una campeona!
Historia completa:
Lactancia de Olivia:
Olivia
nació el 19 de febrero de 2009 pero nuestra vida cambió el día que
supimos que íbamos a tener un bebé. Desde ese momento empezamos a leer y
a buscar información sobre las opciones de parto, crianza,
lactancia…Nos preparamos para un parto natural con yoga, relajación,
masajes…y elaboramos un exhaustivo plan de parto donde quedaban claro
dos cosas: queríamos intimidad y lactancia desde el primer minuto, el
resto de peticiones eran importantes pero esto no era negociable.
El
15 de febrero empezaron las contracciones, estuve tres días con ellas,
sin dormir, caminando, en la pelota…pero seguía con nuestra idea de
parto natural. Al tercer día la comadrona me sentó y habló conmigo; me
dijo que yo estaba agotada, que iba muy lento y me presentó todas las
opciones que tenía. Decidimos que rompieran la bolsa y anestesia. Ya no
había marcha atrás. Me hundí, no tendría el parto que quería. Por suerte
me equivoqué. Para mi sorpresa la anestesia era muy floja y seguía
sintiendo las contracciones, estábamos solos en la sala, y la comadrona
hizo un trabajo exquisito masajeado mi perineo para que no me desgarrase
(no me hicieron episiotomía). En un momento me pidió que
me quitara la bata y me quedará desnuda, estaba punto de salir, me
cogió las manos y las llevó hacia mi niña, “sácala” me dijo, la ayudé a
salir y fue directa a la teta. Succionaba como si le fuera la vida en
ello y no paraba. Fue mágico, mejor de lo que esperábamos.
Una
vez en casa los primeros dos meses se pasaba el día en el pecho y
crecía a un ritmo increíble. Dormía con nosotros desde el mismo día del
nacimiento así que apenas me enteraba de las tomas nocturnas, pecho y a
dormir. Hizo lactancia exclusiva hasta los 6 meses y medio que empezamos con una toma de cereales, después fruta, verdura…. La teta no sólo era su alimento si no también su consuelo y su chupete. Cuando tenía 16 meses decidimos que queríamos volver a ser padres y entonces nos planteamos dejar la lactancia, quería un tiempo de normalidad. Empezamos a reducir tomas y me dieron homeopatía para disminuir la producción de leche. Llegó el momento que solo pedía a la hora de dormir así que una noche que estaba muy cansada le expliqué que tenía que dormir sin teta, lloró 5 minutos se acurrucó en mis brazos, levantó su mano hacia mi pelo y se quedó dormida acariciándolo. Ahora tiene 3 años y se sigue quedando dormida acariciando mi pelo, me siento a su lado en la cama y saca la manita dirección a mi cabeza, ¿qué pensaría el Sr. Estivill? De la teta al pelo, ese es nuestro método.
Los mellizos:
Mis mellizos, Nilo y Félix, nacieron el
23 de marzo de 2011 a las 30.5 semanas de gestación y por cesárea de urgencia.
Pasaron 26 días en el hospital. Tanto mi marido como yo teníamos claro que la
lactancia materna era importante para nuestros hijos. Nuestra hija mayor,
Olivia, tomó pecho hasta los 16 meses
así que tenía muy reciente lo que significaba, se lleva con los pequeños
25 meses.
Los mellizos al nacer aún no tenían desarrollado el instinto de succión así que eran alimentados por sonda. Al día siguiente de nacer, el saca_leches se convirtió en mi mejor "amigo", cada tres horas nos poníamos en marcha, Félix y Nilo sólo necesitaron leche artificial unos 3 días. Al no poder estar con lo bebes la estimulación fue más lenta y los primeros botes de leche sólo llevaban unas gotas, pero para nosotros era importante que esas gotas de calostro llegaran a nuestro hijos. En cada toma me los ponía en el pecho por turnos, aunque no podían succionar y llevaban puesta la sonda "iban conociendo" y relacionando. En el hospital donde nacieron podíamos ir a cualquier hora y esto nos facilitó mucho la tarea. Pasábamos todo el tiempo posible con ellos fomentando el piel con piel.
A las 3 semanas de estar allí empezó la segunda fase, dejar la sonda y alimentarse por vía oral. Las primeras tomas de biberón fueron un desastre, el saturador de Nilo se ponía a mil (nunca olvidaré el dichoso pitido), el niño se ahogaba y acababan poniendo otra vez la sonda. Félix enseguida se hizo con la técnica. Las enfermeras nos preparaban los biberones (de L.M.) pero antes los ponía al pecho, eso sí que era un desastre. La sala no estaba preparada. Me sentaba en una silla de plástico con unos cojines que yo misma llevé y un taburete que una enfermera compró de su bolsillo para los pies. Yo me empecé a angustiar. No tenían fuerza para succionar. Me aconsejaron ponerme pezoneras para facilitarles la succión, pero la idea no me gustaba nada. La situación me empezó a superar y una de las sanitarias me aconsejó relajarme y darles biberón, el objetivo era que llegarán a los 2.100 gr. y salir de allí, una vez en casa, tranquilos y con toda la paciencia del mundo lo conseguiríamos. Dicho y hecho.
A los 26 días, y con un gran inconveniente nos dieron el alta. Olivia, llevaba unos días con fiebre sin foco localizado y se quedó en observación en el mismo Hospital que los mellis, así que los pediatras no querían darles el alta hasta que no se supiera qué tenía la niña. Al final resultó ser una infección en el lagrimal. Nos dieron el alta con la condición que su hermana no estaría cerca en un par de días. ¿Nunca íbamos a estar juntos? Olivia se fue dos días con los abuelos y los peques por fin llegaron a casa. Y aquí empieza la segunda parte de nuestra lactancia.
Abandonamos los biberones desde la primera toma que hicieron en casa, me puse las “odiosas” pezoneras y ha succionar se ha dicho. Estábamos relajados, en casa, en silencio…y fue así de fácil.
A los dos días Olivia llegó a casa. Ahora sí estábamos completos. ¿Cómo se lo tomaría ella? Habíamos hablado sobre la lactancia, también mirábamos fotos de cuando ella mamaba y fue realmente bien. A sus dos años entendió que los bebes tenían que tomar teta. Ella cogía una muñeca, se sentaba a mi lado, se subía la camiseta y también daba de comer a su retoño.
Poco a poco fuimos retirando las pezoneras y a las dos semanas ya no las necesitábamos.
Yo estaba agotada, ni todas las vitaminas del mundo que me dio naturópata hacían que las ojeras desaparecieran ni un poquito. Durante el día iba haciendo, pero las noches eran más pesadas: dormíamos todos juntos en una supercama con cuna sidecar, incluso la niña. Pero siempre querían comer a la misma hora, así que eso de tumbarme y dormir con un niño a la teta no podía ser. Entonces mi marido empezó a levantarse y darles un biberón con mi leche en una de las tomas nocturnas, así podía descansar. A los 3 meses dejamos el biberón nocturno y todo se normalizo un poco más: primero uno y después el otro. Me quedaba frita mientras mamaban.
Casi siempre les he dado por separado así podía pasar un rato a solas con cada uno de ellos. Para mí la lactancia era un momento de relax, mi marido y mi madre se encargaban de todo: ropa, comida, limpieza…y eso me permitía disfrutar del momento. UN GRAN TRABAJO EN EQUIPO: NILO, FÉLIX, OLIVIA, PAPA, MAMA Y LOS ABUELOS.
Hicieron lactancia exclusiva hasta los 5 meses que empezaron con una toma de cereales, a los 6 la fruta y a los 7 las verduras. Y a los 11 meses apenas demandaban; tenía que ofrecerles. Al año cogí una gripe con infección de muelas. Estuve dos días sin ofrecerles y como pareció no importarles dejamos la lactancia materna. Me puse muy triste pero estábamos orgullosos del trabajo hecho.
Por cierto, con lactancia materna exclusiva y partiendo de un peso inicial de 1.750gr y 1830gr, a las 5 meses ya entraban en las gráficas (no creo mucho en ellas pero da alegría verlo). Ahora tienen 15 meses y ya caminan, hacen todo lo que les toca. Mis prematuros crecen sin signos de serlo y aún no me lo puedo creer.
Ser mamá de Olivia cambió mi vida pero el camino recorrido desde que nacieron Félix y Nilo me ha hecho más fuerte y más sensible. He de confesar que aún no puedo hablar de todo el proceso, trabajo en ello. El nacimiento de Olivia fue mágico, tal y como esperábamos: los dos solos, con la comadrona, la saqué con mi manos y fue directa a la teta. En cambio con los mellizos todo fue al revés. Cesárea de urgencia y 26 días separados de mi. Gracias a la crianza con apego, al colecho y al amor hemos conseguido que estén creciendo tranquilos y felices. Estoy segura que este es el camino correcto y cada día vemos los resultados.
Los mellizos al nacer aún no tenían desarrollado el instinto de succión así que eran alimentados por sonda. Al día siguiente de nacer, el saca_leches se convirtió en mi mejor "amigo", cada tres horas nos poníamos en marcha, Félix y Nilo sólo necesitaron leche artificial unos 3 días. Al no poder estar con lo bebes la estimulación fue más lenta y los primeros botes de leche sólo llevaban unas gotas, pero para nosotros era importante que esas gotas de calostro llegaran a nuestro hijos. En cada toma me los ponía en el pecho por turnos, aunque no podían succionar y llevaban puesta la sonda "iban conociendo" y relacionando. En el hospital donde nacieron podíamos ir a cualquier hora y esto nos facilitó mucho la tarea. Pasábamos todo el tiempo posible con ellos fomentando el piel con piel.
A las 3 semanas de estar allí empezó la segunda fase, dejar la sonda y alimentarse por vía oral. Las primeras tomas de biberón fueron un desastre, el saturador de Nilo se ponía a mil (nunca olvidaré el dichoso pitido), el niño se ahogaba y acababan poniendo otra vez la sonda. Félix enseguida se hizo con la técnica. Las enfermeras nos preparaban los biberones (de L.M.) pero antes los ponía al pecho, eso sí que era un desastre. La sala no estaba preparada. Me sentaba en una silla de plástico con unos cojines que yo misma llevé y un taburete que una enfermera compró de su bolsillo para los pies. Yo me empecé a angustiar. No tenían fuerza para succionar. Me aconsejaron ponerme pezoneras para facilitarles la succión, pero la idea no me gustaba nada. La situación me empezó a superar y una de las sanitarias me aconsejó relajarme y darles biberón, el objetivo era que llegarán a los 2.100 gr. y salir de allí, una vez en casa, tranquilos y con toda la paciencia del mundo lo conseguiríamos. Dicho y hecho.
A los 26 días, y con un gran inconveniente nos dieron el alta. Olivia, llevaba unos días con fiebre sin foco localizado y se quedó en observación en el mismo Hospital que los mellis, así que los pediatras no querían darles el alta hasta que no se supiera qué tenía la niña. Al final resultó ser una infección en el lagrimal. Nos dieron el alta con la condición que su hermana no estaría cerca en un par de días. ¿Nunca íbamos a estar juntos? Olivia se fue dos días con los abuelos y los peques por fin llegaron a casa. Y aquí empieza la segunda parte de nuestra lactancia.
Abandonamos los biberones desde la primera toma que hicieron en casa, me puse las “odiosas” pezoneras y ha succionar se ha dicho. Estábamos relajados, en casa, en silencio…y fue así de fácil.
A los dos días Olivia llegó a casa. Ahora sí estábamos completos. ¿Cómo se lo tomaría ella? Habíamos hablado sobre la lactancia, también mirábamos fotos de cuando ella mamaba y fue realmente bien. A sus dos años entendió que los bebes tenían que tomar teta. Ella cogía una muñeca, se sentaba a mi lado, se subía la camiseta y también daba de comer a su retoño.
Poco a poco fuimos retirando las pezoneras y a las dos semanas ya no las necesitábamos.
Yo estaba agotada, ni todas las vitaminas del mundo que me dio naturópata hacían que las ojeras desaparecieran ni un poquito. Durante el día iba haciendo, pero las noches eran más pesadas: dormíamos todos juntos en una supercama con cuna sidecar, incluso la niña. Pero siempre querían comer a la misma hora, así que eso de tumbarme y dormir con un niño a la teta no podía ser. Entonces mi marido empezó a levantarse y darles un biberón con mi leche en una de las tomas nocturnas, así podía descansar. A los 3 meses dejamos el biberón nocturno y todo se normalizo un poco más: primero uno y después el otro. Me quedaba frita mientras mamaban.
Casi siempre les he dado por separado así podía pasar un rato a solas con cada uno de ellos. Para mí la lactancia era un momento de relax, mi marido y mi madre se encargaban de todo: ropa, comida, limpieza…y eso me permitía disfrutar del momento. UN GRAN TRABAJO EN EQUIPO: NILO, FÉLIX, OLIVIA, PAPA, MAMA Y LOS ABUELOS.
Hicieron lactancia exclusiva hasta los 5 meses que empezaron con una toma de cereales, a los 6 la fruta y a los 7 las verduras. Y a los 11 meses apenas demandaban; tenía que ofrecerles. Al año cogí una gripe con infección de muelas. Estuve dos días sin ofrecerles y como pareció no importarles dejamos la lactancia materna. Me puse muy triste pero estábamos orgullosos del trabajo hecho.
Por cierto, con lactancia materna exclusiva y partiendo de un peso inicial de 1.750gr y 1830gr, a las 5 meses ya entraban en las gráficas (no creo mucho en ellas pero da alegría verlo). Ahora tienen 15 meses y ya caminan, hacen todo lo que les toca. Mis prematuros crecen sin signos de serlo y aún no me lo puedo creer.
Ser mamá de Olivia cambió mi vida pero el camino recorrido desde que nacieron Félix y Nilo me ha hecho más fuerte y más sensible. He de confesar que aún no puedo hablar de todo el proceso, trabajo en ello. El nacimiento de Olivia fue mágico, tal y como esperábamos: los dos solos, con la comadrona, la saqué con mi manos y fue directa a la teta. En cambio con los mellizos todo fue al revés. Cesárea de urgencia y 26 días separados de mi. Gracias a la crianza con apego, al colecho y al amor hemos conseguido que estén creciendo tranquilos y felices. Estoy segura que este es el camino correcto y cada día vemos los resultados.
Animo a todas las mamas de gemelos y prematuros que lo intenten, nosotros hemos conseguido más de lo que nos esperábamos.
Hemos tenido dos experiencias muy distintas
pero de las dos hemos aprendido y crecido. Y sobretodo, nuestros hijos están
creciendo sanos y nos sentimos muy satisfechos de lo conseguido.