Mi aventura en la lactancia materna comienza en la sala de nidos del hospital donde día a luz a mis mellizos, necesitaron incubadora porque llegaron al mundo un mes antes de lo previsto y con un peso muy por debajo de lo que podíamos esperar (Rondando los 1.500 gr.)
Sinceramente, durante el embarazo yo era de las que pensaban que si conseguía instaurar la lactancia materna de una manera cómoda para todos así lo haría, pero si por el contrario, me iba a suponer un agobio o muchos quebraderos de cabeza, optaríamos por la leche de fórmula, la verdad es que la sociedad e instituciones en ningún momento me hicieron sentir que era posible una lactancia natural en un parto múltiple, sino mas bien todo lo contrario y yo me dejaba llevar por los comentarios, así que no estaba muy animada en este sentido pero...UNA MIRADA LO CAMBIÓ TODO
En aquellos duros momentos mis propios hijos me pidieron con sus mirada lo que deseaban de mi:
Ella me decía "No te preocupes mama que vamos a salir de aquí, soy una luchadora y en unos días estaremos en casa los 4"
Él, por el contrario decía: " Ayudame porque esto me supera, la leche que me dan no me gusta, necesito que luches en mi nombre"
Así que puse todos mis esfuerzos en Él (en cuanto pudiera recompensaria a mi niña) y puse todo mi empeño para que me subiera la leche a pesar de las dificultades (bebes prematuros, en incubadora, parto por cesárea, estimación vía saca leches..) al principio sólo me salían una gotitas de amor blanco que mi marido me ayudaba a recoger con una jeringuilla, pero con los días cada vez recogíamos mas jeringuillas hasta que...llenamos el primer biberón!! Lo habíamos conseguido entre los 4!! Habían pasado 6 días desde que nacieron pero la vuelta a casa cada vez estaba mas cerca ya que con mi leche empezaron a engordar milagrosamente y por fin Él dejó de devolver.
Los días que siguieron fueron bastante duros, pero fuimos bastante afortunados porque en la clínica nos cedieron una habitación para que estuviéramos lo mas cerca posible de los niños, así evitábamos los viajes casa-hospital y podíamos dedicar todo el tiempo a estar con los niños y a coger fuerzas cuando ellos dormían, así nuestros días transcurrían en tramos de 3 horas: saca leches, bibe, método canguro, incubadora-descansar o comer...fue agotador pero veíamos a los niños felices y para nosotros eso era lo mas importante, en todo momento tuvimos el apoyo de las enfermeras y auxiliares de nidos a las que estaremos eternamente agradecidos.
Llegó el día en que nos dieron la buena noticia de que el mellizo había llegado a 1.800 gr. y ya podíamos sacarlo de la incubadora, lo podríamos tener en la habitación hasta que alcanzara 2.000-2.100 gr., a mi me invadió un sentimiento de felicidad momentáneo porque enseguida me pregunté ¿Y mi pequeña?, entonces mi marido, como si fuese el portavoz de mis pensamientos preguntó al pediatra "¿Podemos llevarnos a los dos?" y la respuesta fue SI, SI SI, SI...POR FIN ESTARÍAMOS LOS 4 JUNTOS!!!
Estuvimos 5 o 6 días más en la habitación hasta que llegaron al peso mínimo para poder llevárnoslos a casa, una mañana pasó el pediatra y nos dio el alta, en 5 minutos habíamos hecho las maletas (después de 3 semanas ingresados) y en 10 minutos ya estábamos los 4 en el coche camino de nuestra casa, había un sol espectacular y estábamos MUY, MUY FELICES.
Al llegar a casa entramos por la puerta cada uno con un niño en brazos, había un cartel en el que decía "BIENVENIDOS", los mellis lo miraban todo con curiosidad, se les veía felices, parecía que ellos también estaban deseando llegar a casa y después se quedaron dormidos y durmieron durante horas y horas por fin los dos juntos en la cuna que con tanto amor habíamos preparado para ellos, por la tarde seguía haciendo un sol de justicia así que salimos a dar nuestro primer paseo, orgullosos, como si por fin hubiéramos conseguido nuestro premio en la vida: NUESTROS HIJOS
(Una historia llena de reflexiones interesantes)